La imagen de un policía en Minnesota, Estados Unidos, con su rodilla sobre un hombre indefenso en el suelo, le ha dado la vuelta al mundo. Y no solo en los noticieros y redes sociales, sino también al inspirar protestas en muchos países, incluyendo Australia, en contra de la discriminación y abuso de poder de parte de las autoridades.

Es triste ver que hay personas que discriminan a otras por cosas como su color de piel, clase social, religión, edad y otras razones. Y no nos gusta cuando esto nos pasa a nosotros. ¿Por qué? porque en el fondo hay algo que nos dice que todos somos iguales, que no hay diferencia.

Ese sentido de igualdad está expresado en la Biblia. Romanos 2:11 dice “no hay acepción de personas para con Dios”, lo cual quiere decir que delante de Dios todos somos iguales; pero ¿en qué sentido somos iguales ante Dios?  La respuesta obviamente debe venir de la Palabra de Dios, y no de nuestras opiniones. Veamos, pues, tres maneras en las cuales todos somos iguales delante de Dios:

 

  1. Todos somos pecadores. “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” dice la Palabra de Dios en Romanos 3.23. Ser pecador no significa que hemos cometido un gran crimen o un acto de inmoralidad despreciable; significa que todos hemos desobedecido a Dios de una forma u otra. Aun una “pequeña” mentira es pecado, lo mismo que un mal pensamiento. Y no solo somos todos pecadores por lo que hacemos, sino que además es nuestra naturaleza, hemos nacido con el germen del pecado y la capacidad de pecar. Lo grave de esto es que si morimos en nuestros pecados iremos a una eternidad de condenación, separados de la presencia de Dios para siempre. Aunque esto es muy grave y debería causar gran preocupación en nosotros, hay una buena noticia.
  2. Dios nos ama a todos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” dice la primera parte de Juan 3:16. ¡Estas palabras son maravillosas! Pensar que el Dios santo nos ama a todos por igual, es algo asombroso. Él nos creó, y no quiere que sus criaturas se pierdan por toda la eternidad. Pero aunque Dios es amor, también es justo. En su justicia no puede ignorar el pecado, ya que toda maldad demanda justicia, que es lo que los manifestantes están pidiendo que se haga en el caso de George Floyd. Y si nosotros demandamos justicia por los crímenes de este mundo, Dios tambié debe demandar el castigo de nuestros pecados. Y allí es donde brilla el amor de Dios, en que, para poder salvarnos, dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, quien en la cruz llevó el castigo de nuestros pecados. El justo murió por nosotros los injustos. Al tercer día resucitó y ascendió al cielo, y el amor de Dios se manifiesta en que Dios quiere que todos sean salvos por Jesucristo.
  3. Todos podemos ser salvos. “Para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, más tenga vida eterna” leemos en la segunda parte de Juan 3:16. “Todo aquel” incluye a todo el mundo por igual, aun a usted y a mi. Todos tenemos la oportunidad de ser salvos. El versículo dice que todo el que crea en Él tiene vida eterna. ¿Qué le parece? Usted puede tener la seguridad de la salvación eterna pero solo si reconoce que es un pecador, y arrepentido viene al Señor clamando por salvación. Eso es lo que significa “creer en el Señor”.

Estas son las tres formas en que todos somos iguales ante Dios. Pero esto también implica que hay algunos que aceptan la salvación que Jesucristo ofrece mientras que hay otros que la rechazan o ignoran. Y es en ese punto donde no todos somos iguales. Algunos somos salvos porque hemos creído en Cristo, como dice la Escritura, y muchos no son salvos porque aun rehusan venir a Cristo como pecadores en busca de salvación. ¿En cuál grupo está usted? Si usted no es salvo todavía, hoy puede llegar a ser de los que creen y tienen salvación, si como un pecador arrepentido viene a Cristo por la fe.

 

Willians Alcala