¿Tenemos que bautizarnos para ser salvo?
No. No tenemos que bautizarnos para ser salvos, pero si somos salvos tenemos que bautizarnos En otros palabras, el bautismo ocurre después que una persona ha sido salva, y no antes. Vamos a dar varias razones para explicar esto, y luego explicaremos un poco más lo que significa creer en el Señor para ser salvo, y porque debemos bautizarnos después de creer en el Señor.
- El Señor mismo dijo varias veces que la salvación era solo por medio de Él. “Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3.15), “El que en él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado…” Jn 3.18, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida…” (Jn 3. 36)
- En los Hechos de los Apóstoles, vemos que los apóstoles predicaron que la salvación era solo por creer en Jesucristo, “y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” Hch 2.21, “los que recibieron su palabra [siendo salvos al creer en el Señor] fueron bautizados” Hch 2.41; “Todos los que en el creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” Hch 10.43
- En la epístolas encontramos la misma enseñanza. “Justificados pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Ro 5.1; “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” Ro 10.9. “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Ef 2.8-9).
- Es interesante que Pablo mismo dijo que él no había sido enviado a bautizar sino a predicar el evangelio (1 Co 1.17). Si el mensaje del evangelio, las buenas nuevas de salvación, exigiera el bautismo para ser salvo, entonces Pablo era un apóstol negligente. Además, ¡daba gracias a Dios que no había bautizado sino solo a un pequeño grupo en Corinto!
Entonces, la salvación es solo por la gracia de Dios, dada a aquel que cree en Su Hijo. El problema para algunos es no entender correctamente lo que significa “creer”. Para muchos creer es solo algo intelectual, o que se hace por tradición, sin reconocer que son pecadores perdidos que necesitan ser salvos. Pero creer en el Señor es aceptar completamente lo que Cristo dijo: que somos pecadores perdidos, incapaces de salvarnos por cualquier obra, que si morimos en esa condición estaremos en el lugar de tormento por toda la eternidad, y que nuestra única esperanza es acudir por la fe al Señor Jesucristo, pidiendo que nos salve, así como Pedro, que cuando estaba a punto de morir ahogado, clamó con todas sus fuerzas a Jesucristo para que lo salvara. Entonces ser salvo implica entender que se está perdido en su pecado, y que solo Jesucristo puede salvar, porque Él murió por nuestros pecados, y resucitó para ser el salvador, porque un salvador muerto no puede salvar a nadie.
La Biblia muestra que todo el que ha sido salvo debe ser bautizado. Hay dos razones: obediencia a Cristo, e identificación con Cristo. Obediencia, porque el Señor dijo “si mi amáis, guardad mis mandamientos” Jn 14.15, y Él mandó no solo a predicar sino también a bautizar a los que creyeren, “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Mt 28.19. El verdadero creyente, movido por su amor al Señor, obedecerá al Señor al ser bautizado.
Identificación con Cristo, porque el creyente, al bautizarse, está expresando públicamente que ha muerto al pecado y que ahora anda en novedad de vida. Es la forma visible de proclamar lo que ocurrió en su vida al creer en el Señor: así como Cristo murió, fue sepultado y resucitó, así el creyente muere al pecado (lo que se expresa al ser sumergido en el agua) y resucita en vida nueva (expresado al salir del agua) Ro 6.2-4. hay que notar que para sepultar a alguien, hay que estar seguro primero que ha muerto. De la misma manera, para bautizar a alguien, hay que estar seguro que ha sido salva.
¡Que maravilloso ser salvo! Y que maravilloso obedecer al Señor en bautismo. En conclusión, el bautismo no es para salvación, sino que ocurre cuando alguien ha sido salvo.