Estoy escribiendo estas líneas desde Colombia, esperando comenzar un viaje de varias escalas que me llevará a Brisbane, donde he vivido con mi esposa e hijos por 19 años. Mi familia y yo hemos pasado casi cinco meses fuera de Australia, la mayor parte del tiempo en Colombia, donde vive mi mamá. Disfrutamos mucho el tiempo con la familia y con los hermanos en Cristo en este lindo país, y nos sentíamos como en casa, pero ya estamos contentos de volver a nuestro hogar en Brisbane.

Pero ¿es ese mi verdadero hogar? En mi caso, la cosa es un poco mas compleja porque yo nací en otra ciudad, en Maracay, Venezuela; hace unas semanas pude viajar allá y ver la casa donde crecí. Al ir acercándome, sentía que estaba llegando al hogar de mi infancia, y muchos recuerdos vinieron a mi mente. Aunque ya no vivo allí, los días que pasé en Maracay y en otras partes del centro de Venezuela, me hicieron sentir en casa, porque estaba rodeado de gente que hablaba con mi acento y comían la misma comida que me gusta. ¡Pero otras cosas eran diferentes! Por tener tanta familia y amigos colombianos, me siento en casa cuando estoy en Colombia, pero a veces siento nostalgia por Australia, y otras veces por Venezuela, y lo mismo me pasa cuando estoy en los otros países, anhelando estar en cualquiera de los otros.

Entonces ¿será que algún día me sentiré completamente en casa en algún lugar? ¿algún día diré que, ahora sí, he llegado a mi hogar, y no querré estar en ningún otro lugar?

La verdad es que sí. Pronto voy a llegar a un lugar especial donde diré que al fin he llegado a mi hogar, y no querré salir de allí ni sentiré deseo de ir a otra parte. Es más, nunca mas saldré de allí, ¡y esa será la mejor parte! Y no estoy hablando de ningún país en este mundo, estoy hablando de lo que el Señor Jesucristo llamó “la casa de mi Padre”, el cielo mismo.

Yo sé que iré allá, porque el Señor ha prometido que un día vendrá a llevar allí a los que somos sus discípulos, los que hemos creído en Él como dice la Escritura. Él dijo “voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14.2) y cuando dijo eso se refería a su muerte en la cruz y a su resurrección. Él murió en la cruz por mis pecados, porque si yo moría en mis pecados, iba a estar perdido para siempre, en un lugar de tormento. Pero su amor tan grande por mí, y por todo el mundo, lo llevó a dar su vida en la cruz, tomando nuestros pecados en su cuerpo, para sufrir el castigo que merecíamos. Después, resucitó al tercer día y luego ascendió al cielo, de donde un día vendrá a buscarme (1 Tes 4.16-17). Por eso, todo el que cree en Él, reconociendo que es un pecador perdido y clamando por salvación, tiene vida eterna (Juan 3.15), y tendrá un hogar en el cielo, para estar con Él para siempre.

Y tú que lee esto ¿Dónde esta tu hogar? Circunstancias pueden cambiar en tu vida y pudieras tener que mudarte a otro lado, y tu hogar ya no será el mismo. Pero si crees en el Señor Jesucristo, tendrás un hogar en el cielo, por toda la eternidad.

Con la ayuda del Señor, en un par de días habremos llegado a nuestro hogar en Brisbane. Pero la verdad es que cuando el Señor venga a buscarnos (y eso pudiera ser hoy mismo) Él me llevará a mi verdadero hogar. ¿Y qué de ti?

Willians Alcalá