Un anuncio anhelado: el fin de la cuarentena

Tomado de: Noticias-Inirida.co
Wuhan celebra fin de la cuarentena (AFP y noticias-inirida.co)

Hace poco le pregunté a mis hijos a dónde les gustaría ir cuando terminen las restricciones por el Coronavirus (COVID-19). Ellos hablaron de ir a la playa, visitar hermanos y amigos en otras ciudades, y otras salidas que antes eran normales. Todos anhelamos el día en que podamos salir otra vez con libertad, sin miedo a ser contagiados por el virus.  Qué especial será ese día cuando las autoridades nos digan: “¡fin de las restricciones! Ya pueden salir con libertad otra vez…” Todos esperamos ese anuncio, que sin duda nos llenará a todos de alegría, como ocurrió hace poco en Wuhan, China.

Un anuncio mejor: la resurrección del Señor Jesucristo

Pero en esta época del año recuerdo un anuncio que trajo mayor alegría. Fue hace muchos años, en las afueras de Jerusalén. No fue dado por el emperador ni por alguna autoridad terrenal; fue dado por unos ángeles a las mujeres que habían ido al sepulcro del Señor Jesucristo. Ellos preguntaron “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” y luego dieron el gran anuncio: “No está aquí, ¡ha resucitado!” (Lucas 24: 5-6)

¡Qué alegría tan grande! La tumba vacía era un testimonio elocuente del poder de quien había vencido la muerte, nuestro Señor Jesucristo.

Consecuencias de esos anuncios

Aunque anhelamos el fin de las restricciones y la cuarentena, el mundo será muy distinto cuando podamos salir. Todos habremos sido afectados de una u otra manera. Aunque ese anuncio nos dará alegría, no será una alegría completa.

En cambio, el anuncio de la resurrección del Señor trajo verdadero gozo. Su resurrección es el punto definitivo del plan de salvación para el hombre. Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación y nuestra fe (1 Corintios 15:14). Pero ¡Cristo vive! Nos ha traído alegría, ¡Cristo vive, Glorioso Salvador!Tumba vacía

Él Señor Jesucristo vino al mundo, el cual estaba contaminado por el “virus” del pecado, pero Él no podía contagiarse porque Él es santo. Sin embargo, en la cruz llevó nuestros pecados y vertió su sangre. Fue sepultado, y al tercer día dejó la tumba vacía. Ascendió al cielo, y hoy quiere ser tu salvador.

Esperamos el día en que podamos salir otra vez sin temor. Pero tu alma algún día dejará tu cuerpo para ir a la eternidad. Y solo hay dos destinos; si crees en el Señor Jesucristo como tu salvador, estarás con Él por la eternidad (Juan 3:36).  Pero si mueres sin Cristo, irás a un lugar de tormento, lejos de la presencia del Señor.

Pero recuerda el gran anuncio: ¡ha resucitado! Cree en el Señor que murió y resucitó, y tendrás vida eterna.

Willians Alcalá