Las vacaciones en Colombia de un turista estadounidense terminaron más rápido de lo que él esperaba. El viajero norteamericano llegó tarde al abordaje de su vuelo a Cartagena (desde Bogotá) y comenzó a abusar verbalmente a los empleados de la aerolínea y luego corrió por el túnel y comenzó a golpear y patear la puerta del avión mientras gritaba: “let me in!” (déjenme entrar). Esto ocurrió el 23 de agosto de este año (2024). La persona fue detenida por funcionarios de Migración Colombia, a los cuales también agredió. Esta persona ya fue deportada a los Estados Unidos. 

  Cartagena es un destino muy popular. Este señor se sentiría frustrado por llegar tarde al vuelo luego de haber viajado desde tan lejos, pero eso no le daba el derecho a ser tan grosero y violento con los trabajadores del aeropuerto. Él pudo haber tomado otro vuelo, pero se llenó de ira y actuó de forma violenta, y tuvo que decirle adiós a su visita a uno de los destinos más hermosos del Caribe.   

  Pero ya no había nada que hacer. Como alguien que viaja por avión frecuentemente, sé que es frustrante cuando un vuelo está retrasado y tenemos que esperar por horas, mientras que las aerolíneas no nos esperan cuando nosotros somos los que llegamos tarde. Sin embargo, cuando el vuelo está a tiempo, ellos no pueden esperar indefinidamente por los que no han llegado, y llega el momento cuando el capitán da la orden de cerrar la puerta y comienzan los protocolos de seguridad para el despegue. Y alguien cayéndole a patadas a la puerta, después de haber insultado al personal de tierra, no puede esperar simpatía ni del piloto ni de nadie más. 

  La puerta de la salvación está abierta hoy. El Señor Jesucristo dijo: “Yo soy la puerta; el que por mi entrare será salvo” (Juan 10.9). Para entrar por esa puerta hay que reconocer que, como pecadores, estamos del lado afuera, y clamar al Señor para que nos salve, ya que si morimos en esa condición estaremos eternamente perdidos sin esperanza. Cuando el Señor Jesucristo murió en la cruz el velo del templo en Jerusalén se rasgó en dos, mostrando que la entrada a la presencia de Dios quedaba abierta a todo pecador que por la fe crea en Jesucristo (Hechos 16.32). 

Pero esa puerta se va a cerrar un día. Muchos creen que pueden esperar hasta el último minuto de su vida para clamar al Señor por salvación, pero nadie sabe la hora en que su vida a terminar. Hoy es el tiempo aceptable, hoy es el día de salvación (2 Corintios 6.4). Si mueres sin Cristo, ya será tarde, y por más grites y clames, la puerta no se abrirá. “Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois” (Lucas 13.25). ¡Qué desesperó tan grande será para los que mueran sin salvación ver que estarán perdidos sin esperanza! 

 Ojalá que ninguno que lee esto tenga esa triste experiencia. El turista maleducado de la historia pudo volver a su antigua vida en su país, pero el que muere sin Cristo, estará perdido para siempre. Cree hoy en el Señor Jesucristo, y serás salvo. 

 Willians Alcalá