En el 2024 aumentó masivamente el número de personas sin hogar (homeless, en inglés) viviendo en las calles de Australia. El triste rostro de esta crisis es el gran número de tiendas para acampar que se ve por todos lados, donde muchas personas sobreviven sin servicios básicos. Algunos creerían que esto le ocurre solo a inmigrantes o aborígenes, pero este problema está afectando principalmente a los blancos australianos.

Los expertos dicen que la razón principal de esto es económica: comprar o alquilar vivienda en Australia es cada vez más costoso, y no hay muchas viviendas disponibles. Sin embargo, puede haber otras causas, como violencia doméstica, alto índice de divorcios, e hijos que no quieren vivir con sus padres.

Es una situación muy triste ya que a nadie le gustaría vivir así permanentemente, ni siquiera a los que les gusta acampar en sus vacaciones. Los que están en esa condición anhelan tener un lugar estable al que puedan llamar hogar.

Gracias al Señor que yo no vivo en una carpa a la intemperie. Sin embargo, vivo en un cuerpo temporal que puede ser destruido repentinamente, por lo que anhelo el día en que seré vestido con un cuerpo eternal, apto para vivir en la presencia del Señor.

Pablo escribió: “sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo [o tienda] se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5.1). Aquí él compara nuestro cuerpo con una carpa, algo frágil y temporal. En este versículo, “tabernáculo” hace referencia a una tienda portátil, como la que Dio pidió a los israelitas que construyeran en el desierto para que su presencia fuera con ellos.

Todos tenemos un cuerpo temporal porque todos somos pecadores, pero los que hemos creído en Cristo también tenemos una morada eterna en la presencia del Señor. Cuando Cristo venga por su Iglesia, los muertos en Cristo resucitarán incorruptibles (libres de corrupción), y los que vivamos seremos transformados (1 Co 15.52). ¡Qué maravilloso será vivir con un cuerpo libre del pecado! No más tentaciones, ni malos pensamientos o acciones, ni enfermedad ni sufrimiento. Es algo que no podemos imaginar, pero que anhelamos fervientemente. Por eso el mundo y el pecado no deberían tener ningún encanto para nosotros, porque ¿qué son las cosas pasajeras comparadas con las eternas?

Hay muchos que, aunque sí tienen un hogar terrenal donde vivir, no tienen esta esperanza eterna. Si tú eres uno de ellos, hoy puedes cambiar esa situación. Los “homeless” anhelan tener una morada permanente, pero no pueden; sin embargo, tú sí puedes tener una morada eterna con Cristo, si acudes a Él como un pecador, creyendo de todo corazón que Él murió en la cruz por tus pecados, y resucitó de los muertos (1 Co 15.3, 4). Su sangre preciosa fue el precio que Él pagó para darnos esa morada eterna.