Regalos que pierden su encanto

La escena se repite en muchos hogares. En los países latinoamericanos, normalmente el 24 de diciembre en la noche. En los países anglosajones (incluyendo Australia) el 25 de diciembre muy temprano en la mañana. Niños, y hasta adultos, esperan ansiosos el momento de recibir y abrir sus regalos. Hay alegría y risas de felicidad, todos sacan sus teléfonos para tomar fotos y videos que en pocos segundos estarán en las redes sociales, mostrando los regalos que recibieron ese día (o esa noche).

Pero poco después (unas semanas, o incluso, unos días más tarde) esos regalos ya no parecen tan especiales como al principio. Los juguetes quedan a un lado, llevar esa camisa u otra prenda ya es rutinario, el adorno queda en una repisa recogiendo polvo, las tarjetas de regalos para compras por internet ya se usaron, y la euforia de los regalos es un vago recuerdo.

Un regalo perfecto

¿No sería maravilloso recibir un regalo del que nunca nos cansemos? ¿Algo que no pase de moda, y que no se gaste ni se dañe nunca, que siempre sea tan fresco como el primer día? Ese sería, sin duda, el mejor regalo. Aunque suena tan atractivo, ¡en realidad parece imposible!
¡Pero un momento! Hubo alguien que hace muchos años dio al mundo el regalo perfecto; Él dijo estas palabras: “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Sí, así es, Dios amó tanto al mundo que dio a Su hijo Jesucristo. El mejor regalo es una persona, ¡y qué persona tan maravillosa!

Hace años un amigo volvió a ver a su hijo después de mucho tiempo. El papá estaba feliz, y le preguntó a su hijo qué quería que le regalara: una bicicleta, un video juego, o algo especial, lo que sea. El niño, mirándolo directo a los ojos (y al corazón) le dijo, “lo único que quiero es estar contigo”. El mejor regalo para él no era un objeto, era una persona, ¡su papá!

Eso es lo que Dios ha hecho con nosotros. Aunque muchos hemos sido bendecidos con algunas cosas materiales, eso no es todo lo que Dios quiere para nosotros. Él nos ha dado algo, alguien, mucho más especial que cualquier regalo que podamos recibir: Su hijo Jesucristo.

Un regalo necesario

Pero alguien podrá decir: no necesito ese regalo, y por lo tanto no lo acepto. Permítame decir algo. Todos somos pecadores, de una manera u otra, y nuestro pecado nos separa de la presencia de Dios (Romanos 3.23). Si morimos en nuestros pecados estaremos perdidos para siempre, en un lugar de tormento eterno. Por eso Dios dio a Su hijo, para que Él, al haber tomado un cuerpo humano, pudiera morir en la cruz y dar su sangre por nuestros pecados (1 Corintios 15.3). Él resucitó al tercer día, y hoy se ofrece como tu salvador, si crees en Él conforme a las Escrituras. Por eso, vida eterna en Cristo Jesús no solo es un muy buen regalo, es algo que necesitas urgentemente.
Si crees en el Señor Jesucristo como tu Salvador personal, ¡tendrás vida eterna! Tendrás esa seguridad que solo Él puede dar, del eterno perdón de tus pecados, gracias a su obra perfecta por su muerte y resurrección. Ese es el mejor regalo que podrás recibir.

¿Aceptarás este regalo?

Así que recuerda, el mejor regalo es uno que nunca podrá dañarse, ni nadie te lo podrá robar, y nunca pasará de moda. El mejor regalo es la salvación en Jesucristo, quien murió en la cruz por tus pecados.

¿Reconocerás que, como pecador, necesitas al Señor como tu Salvador? Esperamos que así sea. Muchos lo hemos recibido, y sabemos que el mejor regalo es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 6.23)

Willians Alcala
www.evangelioenbrisbane.org